domingo, 18 de octubre de 2015

De Zumaia al cielo


De camino hacia la iglesia de San Pedro, 15-IX-2015
Siempre que vengo a Zumaia me sorprendo por la belleza del paisaje. Nunca es igual. Esta vez el cielo hizo piruetas con las nubes y el resultado fue espectacular. Como siempre. Era el 15 de septiembre.

Y, a la chita callando, hace ya poco más de un mes del fallecimiento del queridísimo tío Ramoni, don Ramón para algunos, para muchos simplemente Ramoni. Sacerdote zumaitarra conquistador de corazones por su simpatía; su cariño; su enorme sencillez; su piedad de niño: de niño grande y doctrina segura; por su humildad y delicadeza, su altura -y no me refiero  a estatura, aunque también fuera destacable-; por su habitual respuesta de agradecimiento sincero  y conmovedor ante cualquier mínimo detalle que tuvieras con él y que, por otra parte, tan a gusto hacía cualquiera...

Poeta. Poetazo. Romántico empedernido. Bromista. Abierto a todos sin excepción. Fiel. Y de una austeridad vivida, con tal autenticidad y elegancia, que le llevaba a darse a los demás con generosidad, al no haberse creado necesidades superfluas. Con una profunda capacidad de admiración y respeto. Te hacía sentir mucho mejor de lo que eras, siempre alguien importante y querido.

Gran amigo. Sobre todo de Aquel que le robó el corazón y que vino a recogerle tras una larga enfermedad que fue apagando sus fuerzas. Que no sus virtudes. Se dejó cuidar con agradecimiento por los suyos. Llenando de besos la mano amiga, la imagen de un santo, del Papa...
Difícil no ser amigo de este ladrón de corazones. Que sabía llevarte a Jesús por caminos de infancia, de piedad, de sacramentos. Recordaba en un bautizo lo que leyó en la pared de la iglesia de un pueblo de España: un cartelito que decía: "Esta es la casa de Jesús". y junto a éste, otro que decía también: "Jesús está en casa". Imagino que estará ya disfrutando plenamente de su presencia.

Gracias por todo, Ramoni y ¡sigue cuidando desde allí de nosotros!