martes, 28 de julio de 2009

Como la trucha perezosa

No entendía yo el porqué del nombre, aunque hay que reconocer que suena bien. Es uno de los 'pub' -de public house- cerca del Peak District. The lazy trout, la trucha perezosa. No hay nada como estar sentadito al sol en ese a modo de mesa-banco y ver pasar turistas. Me pregunto si las truchas del río cercano gastan también sus horas viendo pasar a los clientes.

Un día pregunté por curiosidad a unas inglesas cómo se llamaba la bandeja de madera que ponían sobre la mesa del comedor: giraba sobre una base redonda, y permitía acceder a la comida sin necesidad de estirar el brazo. Se asombraron de que en España no tuviéramos la "lazy Susan". O sea, la perezosa Susana.

Ahora se entiende por qué, nada más llegar a España, algunos pregunten enseguida: "¿a qué hora es la siesta?".

lunes, 27 de julio de 2009

Dos bobadicas desde Londres


Un detalle que me impresionó: la "draga" -sí, esa embarcación que se usa para excavar material debajo del nivel del agua y elevarlo hasta la superficie, para así limpiar el fondo del río- pues con gran humildad afirmaba en su pancarta: "yo como basura". Cosa que hacemos casi todos, pero sin admitirlo, quizá sin saberlo. Estaba en el Támesis funcionando a destajo hasta en días festivos.

La otra tontería, dos pianos que me encontré por la calle con un cartelón de "toca, soy tuyo", para que el viandante pudiera sentarse y aporrearlo a gusto. Porque había cola, porque no había ido a Londres a sentarme en un rincón a tocar el piano, porque no tenía tiempo, porque quienes me estaban enseñando la City en cuatro horas no iban a esperarme... Si no, les aseguro que me hubiera despachado con un par de cancioncillas.

Añado también una foto a contraluz del galeón del capitán Drake, de quien en mi ingenuidad afirmé, ante un grupo de British people, que se trataba de aquel famoso pirata. Claro que los ingleses no compartían mi punto de vista. Se ve que no leen las páginas web en español, pues allí siempre se ha hablado del temido
y malvado pirata Francis Drake, quien se dedicaba de modo profesional a saquear las costas y galeones españoles. Por muy "Sir" que le nombrara la reina inglesa. Que hasta ahí podíamos llegar, anda. Me reafirmo en ello después de haberlo comprobado, ya que lo dije de memorieta y me quedé con la duda, tan firmes se me pusieron.

Bueno, que no me quería meter con nadie en especial, pero sí viene bien advertir que, tal como dice el refrán: "beauty is in the eye of the beholder" -o sea, más o menos: 'la belleza depende de los ojos de la miren'-, pues también parece que la historia se recuerda o amaña según el ojo o la posición geográfica desde la que se mira. ¿O no?.

Como ha pasado tanto tiempo y la réplica del barco Golden Hind era "la mar de salado" -nunca mejor dicho-, pues allí queda la foto. Chau.

miércoles, 22 de julio de 2009

Para alegrar los pinrelillos en invierno

Me los encontré en un Marc & Spencer en York, se trata de los clásicos calcetines de toda la vida del serio y respetable color negro, azul oscuro o gris. Pero, he ahí la gracia: luciendo bonitas rayas de colores en la punta y el talón.

Claro, como no se ven, puede uno llevarlos a la oficina y reirse pensando que es algo transgresor con el estilo imperante. Aunque no lo parezca.

Anunciaban que era para poder emparejarlos más fácilmente después del lavado y secado. Se me ocurre que es también un detalle disuasorio para el que sienta la tentación de ventilar los pies acalorados, quitándose subrepticiamente los zapatos.

Estuve tentada de coger algún par, pero si no era el paquetillo de siete no tenía gracia, así que decidí con gran pena sacar sólo una fotografía de ellos. Lo mismo están en todas partes y yo no me había enterado.

jueves, 16 de julio de 2009

El caso de 'Fingle'

Para dar mayor emoción a los recorridos por el campo, nada como llevar un perro de paseo. Así aseguras el trotecillo más que ligero, el ejercicio de la musculatura del brazo que sujeta la correa...
El caso es que Fingle perdía bastante pelo, a pesar de que todo el mundo asegurara que era perro joven. 'En todo caso -comentaban- es una "her", no un "his". Se puede decir que su comportamiento era correcto, como corresponde a tod@ British can. Sólo había dos excepciones: una, el que se lanzara con aquel frenesí a zamparse a los patos del lago -hecho que provocaba la furia de los cisnes -swans- y la taquicardia de los tales ducks, que salían corriendo a la velocidad del rayo.

La otra 'manía' era ese rehusar obstinadamente el pasar por debajo de las vallas, siempre que hubiera que atravesar algun campo. Digo yo que podría haber puesto más de su parte, pero no: ponía cara de póker y sólo cruzaba por arriba y en brazos de algún voluntario, que al final era irremediable, pues no nos ibamos a quedar en el primer campo. Ni en el segundo... y así hasta el regreso. A mí me daba un poco de repelús el asunto, pues los brazos de los voluntarios se quedaban llenos de pelo canino. Así como toda su ropa. Puaj. Nunca fui voluntaria. Bastante se me cae el pelo a mí como para andar sacudiendome el de un animalejo, por muy animal de compañía que sea.

Llevo un rato intentando colocar foto de los patos pero la página se obstina en impedirlo. Cuando pueda la pondré. Voy a ver si llevando el ordenador un rato en brazos me hace algo más de caso. Aunque me queden los brazos llenos de ...¿qué?
Bueno, por fin me ha dejado colocarla: estos son los confiados patos segundos antes de ser atacados por Fingle. Eso sí, por puro placer, no es que le matáramos de hambre.

viernes, 3 de julio de 2009

La ventana


Ayer por la tarde recibí en casa por fin la varapaleada maleta. La sorpresa me pilló inexpresiva: calor, incredulidad de ¿seguro que...?, pero ¡sí!.
Y ya reconciliada con mis vacaciones, incluso con la compañía de vuelos, procedo a compartir tantos paisajes y personajes mágicos. No en vano Cheshire suena a hobbit, a gnomo, a Peter Pan, Miss Potter. Así me lo pareció al menos mientras trotaba por la campiña inglesa.

La ventana. "¿Qué es una ventana?", preguntaba hace años por escrito una persona a quien admiro, el primer día de su curso de relatos cortos. Cada cual dejaba constancia sobre el papel de las idioteces que se le ocurrían. No ocurrió hasta unos meses más tarde, pero todavía recuerdo el momento preciso en que descubrí -cuan despistada andaba o... trotaba- que la ventana no es otra cosa que una metáfora, un CUENTO.
Acompáñeme quien quiera pues a este universo. Un saludo.