miércoles, 24 de agosto de 2011

Una JMJ inolvidable

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. ¡Qué más quisiera yo que haber podido ir a ese encuentro de los jóvenes con el Papa en Madrid! Pero, por una parte, estadísticamente no se me considera "joven" -menuda tontería-  y, por otra, tenía que trabajar.
Eso sí, he disfrutado con todo lo que he podido ver a ratos en la televisón. Por si acaso quien me lee no ha tenido acceso a las imágenes, allá va este mini resumen de la http://www.romereports.com/ , una página web que merece la pena apuntar para estar bien informado.
No llegué a ver a mi sobrina, que tuvo la suerte de estar a 12 metros del Papa en Cibeles, como su orgulloso padre tuvo ocasión de advertirme. Lo importante es lo vivido, digo yo. Ahora esperemos que publiquen enseguida el texto de sus intervenciones -las del Papa, claro- para poder asimilar el trasfondo de estos días inolvidables. Mi enhorabuena a todos los que han hecho posible estas jornadas, a  los participantes y, cómo no, al sufrido pueblo de Madrid.



Añado también un vídeo resumen de toda la estancia... ¡en 6 minutejos!
¡Viva la técnica y los que lo han trabajado!

martes, 9 de agosto de 2011

Chester es bonito hasta con lluvia

Vuelvo a las andadas tras unos días en los que, como tanta gente normal, he tenido la suerte y alegría de poder atender a mis progenitores. Y como muestra visual de que nada bueno sale sin esfuerzo, me he tropezado con este mini vídeo que capté con la máquina de fotos frente a un escaparate en York el mes pasado.
¿Se han fijado en el detalle del dedo vendado, con una gotita de sangre? Tiene toda la gracia. Bueno, releyendo me doy cuenta de que un poco asquerosillo ya es, qué le vamos a hacer.


Desde la muralla romana de Chester

Visité Chester en una tarde lluviosa, pero esto no impidió que recorriese con gusto la muralla romana, o contemplar la catedral por fuera -unfortunately, cerraron una hora antes de mi llegada... esto pasa por no ser importante-, sus bonitas casas estilo Tudor, los paseos cubiertos, artesanía, etc. Su característica piedra roja... Mi padre me diría al momento su nombre exacto. Así que cualquier día se lo pregunto.

El viaje se hizo eterno. Digo el viaje de vuelta, porque nos perdimos con el coche y tardamos tres veces más de lo normal en llegar a nuestro destino. No digo nada de tener que interpretar el mapa de carreteras, que no hay quien entienda.

Supongo que el observador avezado se habrá dado cuenta del balconcillo corrido de color blanco a mitad del conjunto de casas. Efectivamente, es una galería con arcadas y así se puede uno pasear sin mojarse y visitar la multitud de tiendas agazapadas en la primera planta.

La del paraguas beige que aparece tras una columna venía conmigo, pero evidentemente se hartó de esperar a que acabara con las fotos. Por eso estoy convencida de que la fotografía es un auténtico deporte: en serio, te paras para sacar una, dos, tres imágenes y, a continuación, tienes que echar a correr como una loca para alcanzar a tus sufridos compañeros. Todo sea por el arte, me digo. Y para estar en forma.


Catedral de Chester, más roja todavía bajo la lluvia...

La imagen de la catedral aparece un tanto oscura, la verdad es que la lluvia no favorecía una toma pausada.

To be continued!


lunes, 1 de agosto de 2011

Poeta en autobús

Poemas rulantes y mandalas en papel

Dos horas escasas duraba el viaje en bus hasta Bilbao. Al poco de salir, se acercó con su dulcísimo acento argentino. Era una chica joven, sonriente, que procedió a repartir entre los viajeros un cuadernillo de confección artesanal, mientras animaba a echarles una ojeada.
Tengo claro que el arte no tiene precio, pero los 5 euritos me parecieron demasiado para unos dibujos hechos con compás y cuatro versos. Si no fuera por la crisis... Fingí no interesarme demasiado, aunque lo mirara de cabo a rabo, y esperé a su regreso.
Sonriendo procedió a recogerlos, con la humildad del artista no correspondido.
Le pregunté entonces por su lugar de origen. Buenos Aires. Vaya, yo crecí con los cuentos-canciones de Mª Elena Walsh. "Ah, qué mujer. Pena que falleshiera".  Quizá fue un error por mi parte. Ya me había enganchado, pero no importaba. Seguí indagando y sí, vivía de su arte y fundamentalmente en Barcelona. El cuadernillo iba acompañado de lápices para colorear las mandalas. Y los versos eran suyos. Me enterneció aunque dejé claro que el precio era excesivo. Me ofreció entonces cuentecillos a 1 euro. Pero vaya, era el de colorear el que había pensado como regalo para una amiga. Al final quedó en 3 euros. Sin lápices, no importaba.
"Tú también escribes", afirmó. "¿cuentos o poesías?" "Las dos cosas", dije. "Pues lee estos tres, dos son de mi madre, otro de una amiga. Son gratis, para el trayecto. Ya me dirás al final si te gustaron".
Su madre resultó tener buena pluma. Y parece que la hija le sigue los pasos. Desde aquí deseo toda la suerte del mundo mundial a Serena y Celia.