miércoles, 29 de abril de 2009

Otra vez por estos andurriales


Han pasado tantas cosas en este lapsus blogueril que se me ha ocurrido al menos colocar esta foto que tomé de un reloj de sol de Pamplona. Parece una buena excusa ésta de decir que, como ha llovido tanto, no me he dado cuenta de la hora que era.
Para quienes vieron una de las fotos curiosas de otra entrada, la del armazón de madera que apareció al pie de un edificio, explicaré que resultó ser el esqueleto del a-modo-de-cúpula que remata ahora su torre izquierda. La verdad es que le da cierto aire de templo ortodoxo, aunque sé que se trata del nuevo Conservatorio de Música. Otro día os la enseño.
Y por si alguien se pregunta que qué vino después de que me dedicara a pintar latas -me pregunto si hay alguien que se lo pregunta-, pues diré, a modo de novedad, que me he apuntado a un curso de retrato al óleo con un pintor muy bueno pero que hoy por hoy resulta bastante poco diplomático: no hace más que repetir, con sonrisa desesperada, lo MAL que pintamos quienes estamos allí pintando. Creo que se refiere a lo mal que dibujamos. Yo por de pronto a la bella modelo le saqué un perfil de esfinge que, a pesar de estar "MAL", se parece, cierto, no a ella, sino a la reina. Qué le vamos a hacer. A ver si en la segunda sesión la "asemejo" un poco más a la original. Por de pronto mi madre, que me quiere, dice que qué bobada eso de que está mal, que a ella le parece p-e-r-f-e-c-t-o.
Lo digo en caso de que algún otro pintor novel, como yo, se desanime ante los resultados. Si su madre no le sirve de consuelo, que me escriba y le digo a la mía que le anime. Un saludo.

sábado, 4 de abril de 2009

Va de flores y latas. De tomate.


Lo siento, no se trata de la primavera. Aprovechando el espacio del blog, que por ahora no se queja, pensaba colocar-colgar fotito de lo que me ha salido tratando de copiar unos narcisos en clase.


Como siempre, pintas primero del natural. Después te fijas en las fotos, que no tienen nada que ver y vuelves a cambiar las sombras, el tamaño. Vuelves a clase y te fijas en otra foto. Y cuando decides parar alguien te dice: huy, qué bonitas margaritas. Pero no, son lirios.


Si puedo seguir con estas clases después de
Semana Santa, acabaré este otro cuadro de latas
de tomate con aceitera y naranjas. Cuanto más ataco las naranjas, más calabazas se ponen.

Tengo mala fama de rápidez. Y esta mañana, cuando estaba haciendo una raya a pulso con otra pintora observando a corta distancia, zas, me he torcido. Y con un grito triunfal va y dice al aire: "huy, ya está, te has equivocado". Enseguida se ha acercado otra pintora vecina diciendo: "a veeeeeer". Así que, mientras no las corrija, las latas seguirán abolladas, si no están más que en proceso. Lo que era de risa fue vernos contemplar unas latas viejas de tomate con cara de anticuarios, como para calcular proporciones...
Lo mío no es el colorcito verde esmeralda -this is not my cup of tea. Bueno, no en el sentido literal, claro-, aunque la profe insista en que soy Kandinsky o Cezanne. Aún no me aclaro de quién soy realmente. Bueno sí, Machutúa. Qué cosa tan agradable. Un saludo a todísimos.