miércoles, 14 de octubre de 2009

Sigo pintando bodegones

Nada como el comienzo de curso para inventarse "ocupaciones" que reduzcan el estrés del momento. Así, para evitar torturarse mentalmente acerca del escaso tiempo para esparcir la mente, nada como ocupar cualquier minuto disponible en actividades extra.

Siguiendo esta máxima personal he vuelto a apuntarme a un curso de pintura. Lo reconozco, disfruto aunque no pierda de vista que luego he de recuperar las horas de asueto. El que algo quiere...

Por otra parte, como este año no he conseguido plaza en inglés me he apuntado a francés. Ya sé decir puerro, sandía y pomelo. Y, ya que acaba de salir la convocatoria, me he inscrito a un examen avanzado de inglés de Cambridge, a dos meses vista, que amenaza con quitarme el sueño o al menos con hacerme tener pesadillas en inglés. No sigo. Just relax!

Pero esto iba de pintura... Y es que creí que los bodegones ya estaban más o menos dominados, pero esta tela de rayas me sedujo. No me resisto a colgar la foto en secuencias. Lo siento. Una tetera hubiera sido quizá más resultona, pero la gracia de la regadera está en su brillo plasticoso, en su cotidianeidad...


Pintar un bodegón resulta un placer entre otras cosas porque, cuando has definido los volúmenes y dibujado las rayas de la tela, en ese preciso momento en el que tienes todo ya más o menos sombreado, es cuando se cae todo al suelo de forma estrepitosa e invariable. Una vez que lo recolocas nada queda como antes. Y así sucesivamente.

Lógicamente el bodegón de la regadera saltarina -que es como pienso llamarlo- está todavía sin acabar. No es una amenaza, simplemente constato un hecho.


viernes, 2 de octubre de 2009

Sic transit gloria mundi

La verdad es que se me han pasado los días en un suspiro. Puede ser la edad, o simplemente el caos. Me dijo en una ocasión alguien que el único modo de salir adelante es utilizar una única agenda en la que se apunte todo. Nada de diez mil papeles, o cuadernos, aunque sean de colores. Digo yo que acabaré apuntando hasta el día en el que vivo...

Así pues remiro el blog y me percato de que hace más de un mes que no escribo. Imperdonable. Con la de fotos chulas que aún me quedan por compartir. Allá van dos que me resultan curiosas, tomadas en un pequeño cementerio en Cheshire (cerca de Manchester) al que me asomé extrañada de que estuviera a 100 metros de un pub en plena campiña.

El edificio que estaba en el centro era una construcción extraña con múltiples tejaditos y no pude evitar retratarlo, aunque el día no tuviera mucha luz.
Y ésta es una de las losas que lo rodeaban, claro que de las más antiguas. Iba yo con mucho cuidado evitando pisarlas, por aquello del respeto a los muertos.
Lo curioso fue que al salir de allí me topé con unos pavos reales campando a sus anchas por encima de las tumbas. A saber qué hacían allí, sin alpiste ni granja en los alrededores. Alguien comentó -en inglés, claro- que simbolizan la eternidad. Y que era bonito -nice- que estuvieran allí. No es como para quedarse tranquilo, ¿verdad?
Allá va la foto de marras de los dos pavos ingleses que ni tan siquiera se inmutaron ante la cámara, como si la propiedad fuera suya.
¡Pobres muertos!
Aunque lo mismo estaban encantados, tal amor tienen allí por los animales...

See you!