Ya sólo me falta asegurar una estantería y crear un artilugio que he medio inventado para sujetar los cuadros. Y enseguida, de nuevo a la carga.
Informaré en cuanto esté situada.
Se repitieron en Pamplona las jornadas de mercado medieval y volví a encontrarme con el alfarero de siempre. Creo que sospecha que le pinté en un cuadro. A mí también me pareció como más envejecido. El caso es que al minuto de verme -re-conocerme- escapó del torno para descansar unos minutos y le perdí de vista. A pesar de todo, en algún momento daré por acabado su cuadro. No vaya a ser que se quede definitivamente calvo y termine el lienzo obsoleto. Chau!