No querría dejar pasar este mes sin dar señales de vida. Hecho esto, podría despedirme ya. Pero me he topado con esta foto de un cuadro del Greco que me dejó obnubilada la vez que lo ví, al natural, en Glasgow.
La imagen no luce apenas el encanto del lienzo. El cuadro está en una pared de madera -no recuerdo si era chimenea- en la biblioteca de una mansión cuidada por la National Trust. O sea, tipo museo o, al menos, museo por horas y por zonas.
La impresión era de una dulzura enorme, con ese armiño que parecía salirse del lienzo, daban ganas de tocarlo -los guías no dejaban-,con la piel de la protagonista casi transparente y sonrosada.
Me dijeron allí que era un retrato de la hija del Greco. Pero parece que le llaman "retrato de dama".
En fin, a punto de volver a Gran Bretaña, al menos por unos días, hago el propósito de ser más diligente -en general, claro, pero con las entradillas del blog, como más en particular-.
Por otra parte, el retrato al óleo de dos de mis sobrinas ha tenido la mala suerte de que le diera una acometida tras meses de intervalo. El resultado es que la silueta está más lograda pero ha perdido toda la expresión que las hacía reconocibles. O tal vez sea una especie de visión en futuro, para cuando tengan el doble de años. Paciencia y barajar.
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