Pauline Collins |
Y seguía otra joven, sin malicia, creyendo
reconocer un gag humorístico, mientras hacía el gesto de girar el dedo sobre la sien: 'está tururú'.
Sin poder evitarlo, se me encogía un poco el corazón por dentro: ésta es como Mamá a los 3 años del diagnóstico, más o menos...
Sin poder evitarlo, se me encogía un poco el corazón por dentro: ésta es como Mamá a los 3 años del diagnóstico, más o menos...
No saben. Poseer algo, afirmarse ante los demás, es la única manera
de sentir lo real, de ser alguien merecedor de respeto. De seguir conectado a
esa realidad que se le escapa angustiosamente de entre los dedos de las manos.
Por eso... ¡que nadie le quite lo 'suyo'...! 'Es mío, mío'. Sí, claro que sí. Eres la
Reina de la casa. Así, cualquier pequeña cosa se transforma en un tesoro. Que con frecuente
cadencia regala a manos llenas: "ten, para ti". Y recibes con
agradecida sorpresa un lápiz de color junto con la enorme sonrisa de quien busca, encontrándolo, el
modo de seguir haciendo felices a quienes le rodean.
Se hubieran reído al verla regalar a una pobre,
que siempre pide limosna a la puerta de la panadería, una servilleta de papel
enroscada muy prieta: "toma, esto es para ti". Antes le había dejado unas monedas en
las manos, volviendo atrás un par de veces -en menos de un metro-, para volver a preguntar con el
gesto qué tenía que hacer con aquello.
Y después : "pues... ¿sabes lo que
te digo? Que te voy a dar un abrazo, porque lo haces todo muy bien". Se veían los
lagrimones de la pobre, emocionada, sujetando la servilleta de papel sin acabar de entender. Pidiendo insistentemente que le diera un trabajo. "Mira -se señalaba su nariz-, todos
tenemos la misma nariz". Traducción: 'todos somos iguales'. Era evidente que no podía solucionar su problema.
Pero creo que se 'entendieron'. Es el lenguaje del cariño, que no para mientes
en grandes circunloquios.