domingo, 30 de marzo de 2014

A vueltas con el Alzheimer

Leía hace unos días los comentarios que hizo a la prensa el hijo del primer presidente de la transición: "en estos dos días nos ha regalado más sonrisas que en los últimos cinco años". Once años con alzheimer, con 'deterioro neurológico grave', bonito eufemismo. Para quien no ha pasado por el trance de vivir la evolución -¿involución?- de un ser querido aquejado por este 'deterioro', es difícil calar en la hondura del inconmensurable valor de una de esas sonrisas. Añadía él: 'aunque sin consciencia'. Poco importa, para quien ama, saberse 'reconocido' o no; poder obsequiarle con el máximo cariño y ternura vale más que cualquier tesoro material.

Pauline Collins
Ayer vimos 'Quartet', de Dustin Hoffman. Una de las protagonistas tenía despistes graciosos y perdía recurrentemente su bolso. Cuando lo recuperaba, insistía al sacar cada uno de sus tesoros: "es mío, es mío". Varias estudiantes se reían con ganas:"está loca". "Está como una cabra". 
Y seguía otra joven, sin malicia, creyendo reconocer un gag humorístico, mientras hacía el gesto de girar el dedo sobre la sien: 'está tururú'.

Sin poder evitarlo, se me encogía un poco el corazón por dentro: ésta es como Mamá a los 3 años del diagnóstico, más o menos... 
No saben. Poseer algo, afirmarse ante los demás, es la única manera de sentir lo real, de ser alguien merecedor de respeto. De seguir conectado a esa realidad que se le escapa angustiosamente de entre los dedos de las manos. Por eso... ¡que nadie le quite lo 'suyo'...! 'Es mío, mío'. Sí, claro que sí. Eres la Reina de la casa. Así, cualquier pequeña cosa se transforma en un tesoro. Que con frecuente cadencia regala a manos llenas: "ten, para ti". Y recibes con agradecida sorpresa un lápiz de color junto con la enorme sonrisa de quien busca, encontrándolo, el modo de seguir haciendo felices a quienes le rodean.

Se hubieran reído al verla regalar a una pobre, que siempre pide limosna a la puerta de la panadería, una servilleta de papel enroscada muy prieta: "toma, esto es para ti". Antes le había dejado unas monedas en las manos, volviendo atrás un par de veces -en menos de un metro-, para volver a preguntar con el gesto qué tenía que hacer con aquello.
Y después : "pues... ¿sabes lo que te digo? Que te voy a dar un abrazo, porque lo haces todo muy bien". Se veían los lagrimones de la pobre, emocionada, sujetando la servilleta de papel sin acabar de entender. Pidiendo insistentemente que le diera un trabajo. "Mira -se señalaba su nariz-, todos tenemos la misma nariz". Traducción: 'todos somos iguales'. Era evidente que no podía solucionar su problema. Pero creo que se 'entendieron'. Es el lenguaje del cariño, que no para mientes en grandes circunloquios.

No hay comentarios: