El encanto de esta flor, milagro de la naturaleza supongo -pues procede de un esqueje por el que no hubiera apostado ni un céntimo- es que sus pétalos parecen de papel de seda, así, arrugadillos, frágiles y transparentemente bellos al sol.
La vida puede ser igual de enmarañada a veces. Entonces es cuestión de dejar hacer al tiempo. De cuidarla así, como sin hacerle caso.
Al final aparece, con todo su esplendor, la belleza inesperada que permanecía oculta. Cómo un regalo para los demás.
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