miércoles, 18 de marzo de 2009

Cuando lo retoco lo estropeo, así que casi ya paro.

Antes de que los felices padres recojan el retrato de mi sobrina y lo lleven al cuarto de cajas sin desembalar -esto de las mudanzas tiene su parte de aventura-, cuelgo la foto del cuadro. Por aquello de que a cada rato que pasa cambia de color. Cierto que tiene verde en la cara, pero ya se sabe que todo hay que verlo de lejos y con los ojos medio cerrados. A no ser que se tenga miopía, en ese caso uno puede mirar con los ojos abiertos del todo. Me decía una hoy que por qué estaba tan cabezona. Supongo que de tanto retocar. También la foto estaba sacada desde arriba. Véte tú a saber por qué, vaya.
Después de esta aventura el próximo lo pintaré con óleo, que es mucho más fácil de rectificar. Dicen, luego digo. La ignorancia es atrevida.


Añado otra foto curiosa para solaz popular de lo que me encontré ayer de camino a la Escuela de Idiomas: una cúpula a punto de ser izada y colocada como remate de un edificio en restauración. Me ha hecho gracia comprobar que se parece muchísimo a los "esqueletos" de madera con que hacen las fallas en Valencia. Al principio pensé que era una escultura moderna tipo "huevo de avestruz" en láminas de madera. Si puedo seguirle la pista, aunque sea a cierta distancia, mostraré la evolución de la obra de arte. Un saludo a los incondicionales. Y también a los ocasionales, cómo no.

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