Creo que ya alguna vez he declarado ser más de piso que de campo. Me encanta la naturaleza. Me dan respeto los animales. Más cuanto mayor sea su tamaño. Apareció este simpático burro el día que fuimos a comer de barbacoa a Urbasa, uno de tantos sitios espectacularmente bonitos de Navarra. En fin: foto, tal, y un... ¡cómo se mueve, ni que tuviera pulgas! Más fotos aquí y allá y de repente, entre aquellos verdes arbolitos en los que habías descansado del peso del día y del calor, tacháaan: aparece casi una docena de burros -¿pero no estaban extinguiéndose?- y se ponen a rascarse el lomo con furia en dichos arbolitos.
Vaya, como que te pica todo el cuerpo y empiezas a mirar si no habrá alguna garrapata o pulga mordiéndote en alguna parte... No da tiempo a pensar mucho: las vacas que se escuchaban en la lejanía cada vez suenan más próximas... No creo que... pero sí: una tras otra, en fila ordenada de a uno, aparecen surcando el pequeño espacio que linda con la barbacoa. Ya como que te entra la duda... ¿No eran herbívoras? Pues el olor a churrusco parace que les fascina... Menos mal que una amiga logró reorientarlas a base de mover brazos y gritarles. Seguramente inspirada en alguna película de vaqueros.
Es que yo vivo aquí... |
Ya se ve que, en materia de elección de barbacoas, hay que estar al tanto de lo que hace el resto de la población. Nunca había sabido por qué mi barbacoa preferida estaba siempre desierta y sin gente, fuera a la hora que fuera.
No sé si iré una tercera vez a ese mismo sitio. Si es caso, de paseo. Como dicen por aquí: "no te diré".
No hay comentarios:
Publicar un comentario