
Esta noche me desperté con el zumbido de un mosquito trompetero en la oreja. Insistía el muy pelma, así que hice un parón en el intento de conciliar el sueño -de ¿reconciliar? ni que estuviera enfadado el sueño conmigo- y encendí la luz con ánimo mosquiticida.
No había rastro de mosquito, pero sí cinco mensajes en el móvil nuevo, vibrando de a poquitos.
No sabe aún el teléfono que se libró de un buen golpe de chiripa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario