No parece una cañería salvajemente deformada por vandalismos callejeros.
Tampoco pasó por aquí toro alguno. Digo, a no ser que fuera capaz de saltar y acertar de costado a doblar los hierros. Esto resulta ciertamente difícil, ya que estaban a una altura del suelo bastante más que respetable...
De lo que sí estoy segura es de que tampoco era una escultura.
Quizá una demostración más de que las cosas pequeñas, ordinarias, tienen también su encanto.
Hasta la próxima.
1 comentario:
Hola!
la verdad que estoy totalmente de acuerdo, a veces es solo de abrir más los ojos y mirar con atención y uno encuentra cosas bonitas!
un abrazo!
Maribel
yo diria que parece una araña bailando flamenco
Publicar un comentario