Es lo que debieron de pensar los dueños de esta farmacia del Casco Viejo de Pamplona. Y es que nada como contratar a un grafitero para disuadir a sus colegas de que pinten sin permiso.
Casualidad que pasaba por allí en ese mismo instante y no pude resistirme a inmortalizar el evento.
A día de hoy creo que sigue igual de florido, pero no podría asegurarlo pues siempre paso en su horario de apertura.
Un saludo otoñal.
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