Nota:
Dicen que el Agapornis es fiel a su media naranja durante toda la vida. Lo raro es que ésta sea periquito, pero no parece importarle.
 Dicen que hablar del tiempo es el recurso de quienes tienen poco que decir. Pero estos calores parecen estrangular el cerebro e impiden centrarse en cualquier otra cosa mucho más interesante, que duda cabe, que el caprichoso termómetro. El diluvio universal, los pantanos llenos y llenas de agua las bajeras de los vecinos de Aldapas. No nos podemos quejar, como el chiste.
Ayer fue el concurso de pintura al agua libre -perdón, al aire libre- y fuí hacia el lugar de convocatoria con ánimo de recoger el lienzo y poco más. Pero no, la convocatoria seguía en pie y sólo había que buscar un lugar donde guarecerse sin molestar al vecindario.
Entre pitos y flautas el tiempo para pintar fue de 4,30 horas. Digo todo esto para justificar los fallos del cuadro, que ha pasado a engrosar la lista de cuadros para acabar. Quizá los acabe este verano. Más si hay peligro de inundación o desalojo. 
No me seleccionaron, pero al menos me hizo gracia un grupillo del público comentando cómo hay gente desalmada que pinta con tiempo el cuadro y luego da el cambiazo, "como el de esa niña, por ejemplo". Pude decirles que era mío y que palabrita de honor -enseñándole las manos multicolores sin lavar de pura prisa- lo había pintado en tiempo record a base de no comer y correr mucho.
Al menos el portero del hotel donde fue la exhibición de las obras me permitió aparcar el super bólido en el parking de clientes. Es más, hasta le gustó el cuadro.