sábado, 21 de junio de 2008

Ni tanto ni tan calvo

Dicen que hablar del tiempo es el recurso de quienes tienen poco que decir. Pero estos calores parecen estrangular el cerebro e impiden centrarse en cualquier otra cosa mucho más interesante, que duda cabe, que el caprichoso termómetro.
Recuerdo un anciano que apareció en la televisión local gracias a la tenacidad del entrevistador que, micrófono en ristre, le perseguía a toda velocidad por la calle. Cuando lo tuvo a su alcance le soltó aquesta pregunta: "¿qué le parece a usted el tiempo que hace?". El caballero paró y contestó con decisión, energía y gesto serio: "pues muy mal. MUY MAL".

Cierto que, después de prepararse arduamente para poder hablar en inglés acerca del calentamiento global, los 'greenhouse gases' y toda la parafernalia, comprendo mejor que nunca el trasfondo de aquella sabia respuesta.

Tendría cierto remordimiento si no procurara reciclar la basura o mezclara impunemente las pilas viejas con los residuos orgánicos. Pero me sorprende que junto a los mensajes apocalípticos tipo "ya no hay nada que hacer", "el oso polar está en peligro de extinción", Kioto, etc. se escuchen como si nada en la radio noticias acerca de viajes turísticos al espacio. Al menos los españoles que ya se han apuntado -yo no, eh?, que voy a pie a todas partes para no contaminar- van a pagar casi doscientos mil euros por viajar a 100 km de la tierra durante unos 45 minutos y luego de vuelta a casa. Bueno, a casa no exactamente, a los EEUU, pues es de allí desde donde se sale...
Leía hace poco que para solucionar la contaminación producida por un viajero que va en avión de Londres a Tokio haría falta plantar tres árboles. No sé calcular el bosque que hará falta por la escapada sideral, teniendo en cuenta que, ya para aprovechar, darán alguna vuelta a lo ancho y largo del planeta, como el capitán Tan de Valentina y Locomotoro.

Por de pronto yo he plantado geranios, desafiando a la plaga de polilla amarilla que -efecto del cambio climático casi con toda seguridad- amenaza con taladrar los tallos. Al mal tiempo, ya se sabe... buena cara. E insecticida.

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