Me encontré con esta planta por casualidad, al borde de un camino en el monte, en un día bastante frio. Si hubiera sido mi madre, la habría recogido y dado hogar pero se veía tan lozana allí, a la intemperie, que no se me ocurrió moverla de su sitio.
Lástima que se aprecie tan poco en la imagen, pero me pareció estar cubierta de rocío, tan carnosa ella y tan verdi-blanquecina. De lo que si estoy segura es de que no es una lechuga. Aunque quizá se coma...
jueves, 4 de febrero de 2010
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