Nada como hacer una excursión para disfrutar -amén del barro, la nieve y el frío- de unos paisajes cuasi-suizos a menos de una hora de la capital navarra. ¡Qué disfrute...!
Sólo quiero apuntar que, al darnos cuenta de que estábamos totalmente perdidos -todas las 'bordas' parecían similares a la de nuestra guía sacada de Internet-, sacamos una bombona portátil de gas y nos cocinamos nada menos que unos huevos fritos acompañados de rica chistorra. En la nieve. Calentito. Ya siento la materialidad, pero la vida realmente puede ser maravillosa, como decía aquel simpático comentarista deportivo que en paz descanse.
El gore-tex de las botas no impidió el reboce en barro de los calcetines. Jamás han recuperado su color azul original, así que ya lo doy por perdido.
En cuanto llegue la primavera tendremos que volver a este sitio, para tratar de encontrar el nacimiento del río Bidasoa. Por lo visto estaba a menos de 20 minutejos de uno de los puntos del recorrido. Lo contaremos.
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