De excursión por Navarra hacia el Desolado de la Peña, un pueblo deshabitado de aspecto fantasmagórico, con historia para dar y contar, me topé con el segundo árbol devorador de señales.
Saqué bonito perfil a cierta distancia, por si las moscas, y me uní pitando al grupo de excursionistas.
Todavía me sorprendo cuando me llega algún comentario a las entradas de este blog, caótico, disperso, pero que me entretiene y brinda la posibilidad de compartir ideas, experiencias, fotos, arte...
El apodo lo recibí de mi familia y lo asumo con mucho gusto. Por mi formación como periodista siento interés por todo lo relevante, ya sea grande o pequeño.
Gracias por estar aquí. Gracias también, si fuera el caso, ¡por volver! Como diría un caballero a quien admiro: "he tenido sumo gusto". Va por ustedes.
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