Cuando encuentro una corteza rugosa en la que "brotan-brotes" nuevos, me da siempre gran alegría. Y siempre viene el mismo pensamiento, quizá cursi y hortera -qué le voy a hacer-, pero animante: Si de "aquí" puede salir algo bueno, joven y lleno de vida, ¿por qué no habría de ocurrir en mí? No me refiero a la literalidad de la vegetación, sino a la posibilidad de recomenzar siempre.
Conste que me admira más en árboles con cientos de años, pero de esos no tengo a mano fotografía. Haberlos "haylos".
Por muy anquilosado que esté uno por dentro, por muy "madero", siempre hay esperanza.
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Como diría Charlot: "Spring is coming..." |
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