Una gallina de armas tomar |
La excursión -nada terriblemente difícil por otra parte, siempre te cruzas con crios de todas las edades que van y vienen y no se detienen- comenzaba en el aparcamiento. Dos coches de franceses resignados a pesar del mal tiempo. Y, enseguida, una gallina temeraria que amenazaba con saltar a la calzada con aviesas intenciones, digo yo, que pa esto soy más bien de piso.
Las preciosas hojas de haya, en primavera, que filtran la luz -escasa por otra parte en aquel momento- y le dan al ambiente un brillo verde élfico.
El tronco del haya parecía tener la textura de un paquidermo.
No es un elefante sino un tronco... |
Llegamos a la cascada y cada cual procedió a guasapear las distintas imágenes, dando así ocasión a alguien de comentar que lo bonito era disfrutar de la naturaleza en vez de mirar a través de una pantalla de móvil.
Cuánta razón, es que ya se te va la mano a la cámara para captar el instante, como si la imagen o el plano fuera fugaz, pasajero.
Escuché a un fotógrafo profesional que la mejor fotografía es la que no haces y queda en tu retina. De esas tengo "miles" en alguna parte de mis neuronas. Pero tal vez se refería a que aparece la luz perfecta que resalta la textura de un objeto, la silueta de vaya usted a saber qué y ¡zas! se te ha olvidado la cámara... No sé, puestos a interpretar y, ya que aduje la excusa del blog para sacar la manida foto de la cascadita, acá que la añado y acabo por hoy. Un saludo a todos ustedes!
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