viernes, 27 de diciembre de 2013

Restos arqueológicos, como siempre.

Pasaba con prisas hacia la clase de francés y me fije en el hueco que ha dejado la casa derruida en esta calle: se puede ver desde acá el Paseo  Sarasate.

Inicialmente me había fijado en los colores de la pared. Dos días más tarde me llamó la atención que los obreros desenterraran con una espátula, un cepillo de barrer y sumo cuidado, las piedras de los cimientos.
Oye que hay mucho mirón... ¿qué hago?

A menos de un metro de profundidad han ido apareciendo muros de piedra y hasta un arco. Cada vez que se inicia una obra en esta bendita ciudad, se paraliza por encontrar restos arqueológicos: medievales, romanos, árabes... A ver si el periódico da alguna pista un día. Si no, cuando recomience las clases, le hago una entrevista a los arqueólogos.

Han pasado ya unas semanas de esta entrada y, lo que se aprecia en la segunda fotografía, ha pasado ya a la historia.  Primero fui testigo de la labor destructora de una pala excavadora que levantó todos los bloques y piedras. A continuación levantaron la valla y la taparon con plásticos de color,  para evitar tanto mirón. Y ahora vuelve a estar a la vista: han excavado varios metros sin ningún pudor,  con ánimo de sentar cimientos de categoría. Digo yo. Lo que no se sabe es si han encontrado o no el mamut...
Un saludo!

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