Calle Laurel, calle de pinchos y tapas |
No sólo tiene un encanto especial pasear por este calle o callejón -que bien estrecho es-, sino afinar el olfato y aguzar la vista a medida que se pasa entre tascas, bodeguillas y restaurantes.
Me quedé hipnotizada ante las fruterías, con todo su arsenal invadiendo el pavimento, y algunas personas recabando información acerca de los ajos expuestos. Como si contemplaran una obra de arte. Que eso parecían.
Junto a La Redonda |
Antes de volver al coche, inmortalicé las puertas escaparate de una antigua óptica, con todo su encanto añejo.
Cerca del Espolón... |
No hay comentarios:
Publicar un comentario