Sucedió así, sin más. Me acerqué al ascensor de la playa de Ereaga, para dar una sorpresa a quien sabía que subía -aliteración no premeditada- y, mientras esperaba, me asomé para ver una vez más el mar.
Me sorprendió esta vez el cielo, como si el paisaje estuviera al revés y las nubes fueran unas montañas en sentido inverso.
Y cuando lo escribo ahora, con cierto cargo de conciencia por mi tardanza en reaparecer en el blog, así, sin intentar excusarme ni nada, recuerdo a una señora majísima de algo más de 80 años, a quien traté hace tiempo.
Cuando le animaba a contemplar el color de ciertas flores espectaculares, contestaba: "¡Bah!, Eso no es nada". Y, agachando la cabeza en una postura inverosímil -estaba en el asiento de copiloto del coche que yo conducía-, miraba entonces hacia el cielo y exclamaba: "Pero... ¿las nubes? Y digo yo: ¿de dóooonde tanta maravilla?"
Parece un ovni... |
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