viernes, 22 de abril de 2011

Que 50 son nada...



Si alguien me lee hoy, que disculpe el discurso tan intimista, quizá hasta sensiblero, pero tengo excusa: cumplo nada menos que 50 años y me siento tan contenta y tan joven como cuando cumplí los 25. Coincide con Viernes Santo y por eso quizá lo celebro rodeada del cariño de los míos, pero con cierto sabor agridulce. Quien es católico me comprende.

Me han enseñado siempre a llevar la "cruz", las contradicciones de la vida, con alegría. Y la verdad es que las únicas que han podido costar en estos años han sido las enfermedades serias de aquellos a quienes más quiero. 

¡Ni que fuera un epitafio, ni que cumpliera 80, ni que tuviera yo algo importante de lo que quejarme! 
Como diría mi madre, el secreto para ser feliz consiste en olvidarse de uno mismo y procurar hacer felices a los demás. Ella lo tiene tan hecho vida que piensa firmemente que es un descubrimiento suyo. A ver si en esto, como en otras cosas, comienzo a parecerme más a ella.
Un saludo desde Cantabria!

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