Estos últimos días, por h o por b, tengo que utilizar con relativa frecuencia los servicios del metro.
No sé si por cansancio o por aburrimiento, acabas fijándote en el personal que te rodea a horas punta. Por lo general imagino el traje que sentaría bien a unos unas y otros otras -como dirían algunos algunas- en una serie inglesa de ficción. Me muero de risa al reconocer a la dama cotilla, el lord, el mayordomo, el cochero...
Solamente me ha llamado la atención que el personal va serio. Muy serio. Sólo sonríe en dos posibles ocasiones: cuando se topan con un bebé simpático, o cuando encuentran un mensaje nuevo en la pantalla de su móvil. Eso de tener amistades cibernaúticas está bien, pero mucho mejor está el tener un semblante agradable de cara al personal que te rodea. Aunque se haya dejado de ser un tierno infante. La crisis, el cansancio, no es excusa. Las cosas siguen siendo como son. Mostrar un rostro amargado lo único que consigue es arrugarle a uno más la cara.
domingo, 23 de diciembre de 2012
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