domingo, 30 de octubre de 2011

Compartir para acabar con el hambre


Bonito y tierno este vídeo de la ONG Acción contra el hambre. No entiendo mucho de experimentos pedagógicos, pero creo recordar que a edades más tempranas no hubiera funcionado igual: algo parecido hicieron con dos de mis sobrinos, primos entre sí. Eso sí, sin cámaras ni sentirse observados por los mayores.
El niño, de tres añitos, que acababa de comenzar a ir a la guardería, le cogía del pelo a su prima, de dos años para que soltara las golosinas porque él no tenía nada. La nena lloraba: ¿por qué eres malo? Y el otro, tiraba más fuerte de la melena hasta que ella daba todo lo que tenía.
Cuando era la niña quien no tenía nada, miraba con envidieja el montón de golosinas de su primo, pero éste la mantenía apartada con un brazo mientras con el otro se atiborraba.
No tenía mal corazón. Me decía su madre que en la guardería se asilvestran y luchan por la supervivencia.
Es quizá un detalle pequeño, pero a veces vivimos como si nadie viera ni se interesara por lo que hacemos. Una minúscula mota de polvo en el universo... error fatal.
No digo que haya que dar para quedar bien, sino sobre todo para ser buenos. En el mejor sentido de la palabra: aliviar a un enfermo, dar al que no tiene, etc., nos hace mejores. Sólo que a veces nos olvidamos, porque es la vida la que nos asilvestra y nos llena de distracciones.
Además, cuando ayudamos a los demás, llenamos nuestra vida de contenido, hacemos el mundo un poquito mejor y mucho, mucho más interesante.

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