viernes, 20 de abril de 2012

El cielo está enladrillado...

   No es que vaya de trabalenguas -¿quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrillare...- sino más bien es un a modo de homenaje a mi ventana.

  Mía pero por poco tiempo, ya que en breve tendré que hacer de nuevo la mudanza.

  Menos mal que ahora estoy en forma con Pilates. Y sin la ayuda del genial Mister Animator de feliz memoria, un entrenador americano de gimnasia que era incombustible -el vídeo lo tenía una amiga inglesa para los días de lluvia- y al que me empeñaba en llamar Mister Motivator. O quizá fuera al revés, no me acuerdo. Con sonrisa enorme, cara de "no me cuesta nada",  gritando al ritmo de los ejercicios: "We say yeah" y toda la gente, sudando, gritaba con emoción: ¡YEAH!; "We say uh!"; todos "¡UH!" y así sucesivamente. Agotador.

  A lo que iba, que no deja de sorprenderme la belleza de este cielo. Y no es que me pase el día mirándolo en babia, pero de vez en cuando caigo en la tentación de capturar el aspecto caprichoso del firmamento.

Erase una vez una ventana
   En una ocasión me preguntaban "¿qué es una ventana?". Y no era un extranjero, sino un escritor que dirigía un curso de relatos cortos. Evidentemente erró quien lo definió como "un espacio rectangular con marco y cristal". Nos dimos cuenta con sonrojo en el momento de tener que leer las bobadas que habíamos escrito sobre el papel. Y es que, en definitiva, una ventana era y es un cuento. Esto me recuerda que tengo pendiente escribir una serie de cuentos para un niño muy especial para mi. Pero eso es otro cuento.

   Miras a través de la ventana y te encuentras un universo. Supongo que también ocurrirá al revés. Gracias a Dios que a nadie se le ocurre hacerme fotos desde el campo. Y que los pájaros por ahora no hablan. 






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