Se me ocurrió crear patos de piedra tras descubrir las bonitas piedras de colores de una playa en Murcia.
Combinar bien para crear "familias" |
Regresé en el autobús con una maleta de mano llena de pedruscos y, aunque hice lo indecible porque pareciese ligera, el conductor me obligó a llevarla al maletero. Casi se le sale el brazo cuando cogió el asa. Tuve que acabar declarando 5 kg extra de equipaje. Más bien fueron 18 kg, pero llegamos a un acuerdo, porque creyó seriamente que era escultora o similar.
Entre las mías y las que iba trayendo mi madre en coche -mira qué bien, las tengo en cajas por colores y tamaños- acabé con un bonito arsenal. Lo malo fue cuando tuve que mudarme hace un año. Una buena amiga me "ayudó" a deshacerme de la gran colección con la ayuda den un práctico container junto a unas obras. Tuve que llevarlas en furgoneta. Y aguantar durante tiempos el chistecito del apasionado de tortilla de patata que guardaba cientos en el armario. En fin.
Vale, para mí son patos. Con estilo. |
Descubrí unaas semillas negras para los ojos |
A partir de ahí, toda la iniciativa del mundo. A mí me ha ido muy bien para hacer regalo original y con toque personal. Sólo una vez intenté comercializarlas pero la dueña de una tienda de decoración preguntó escuetamente: "¿para qué sirven?" El arte NO es útil, es bello... Vale, sirven de pisapapeles. O para descargar adrenaliná. O, como decía un alemán que vendía estos cantos rodados con una ligera capa de barniz: "piedras con toda la energía marina". Digo yo que sí, mientras no sean de río.
El toque final de brillo... et voilá! |
No hay comentarios:
Publicar un comentario