No sabía si el ruido era mi estómago hambriento o la motosierra de algún personaje de película de terror. Resultó ser un jardinero aventurero que, con ayuda de una grúa, recortaba las puntas estropeadas de esta bonita palmera guechotarra.
Da una sensación de vértigo. Menos mal que lo hicieron antes de que llegaran las ciclogenesis famosas. Aún perdió alguna hoja más después, pero realmente hubiera supuesto un peligro para los viandantes.
Eso me recordó la última oferta anunciada por una peluquería cercana. No porque cortaran con motosierra, sino por sus maravillosos precios contra la crisis. Duraron una semana, pero estuvo bien aprovechada...
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