He leído que en Francia algunos consideran el cuidado de los jardines y las plantas como un tipo de deporte. Me apunto. No porque sea ese mi trabajo profesional, si no porque me encanta cuidar de las plantas y las flores.
Algo semejante le pasa a mi madre, quien no sólo cuida, sino que mima, acaricia, habla a cada una de las suyas. Hasta a las hierbas "malas", pues opina que quién es quién para decidir si una planta es buena o mala...
Será por todo esto por lo que la rosa, que se dignó brotar en el macetón de su terraza, se encuentra tan a gusto. Como si fuera la del principito de Saint-Exupéry. Sólo que ella tiene que compartir su comprensible orgullo con otras muchas flores y plantas de todos los colores y tamaños. Iba a decir de todas las "calañas".
Esta es idéntica a la rosa de mi madre. |
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